Esta es la historia de un cani (o un choni, o un poligonero, ya saben...) que, en su empeño por deshacerse de la hipoteca, deberá recorrer el Reino de Españistán para enfretarse con todos y cada uno de los malandrines, meapilas y soplagaitasque lo pueblan, dando lugar a un relato plagado de tópicos, tacos y faltas de ortografía, con bien de lobbies, parados, mileuristas, pensionistas, funcionarios, obispos, SGAE, telebasura, enchufes, sobornos y estilismos poligoneros.
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